lunes, 6 de septiembre de 2010

Un último esfuerzo

Un gran terremoto, destrozó todo, ahora sólo hay escombros, debo limpiar y mientras lo hago encuentro objetos que había dejado en el olvido, es tanto, que me veo eternamente ordenando mi casa, mi pequeño hogar el en que tanto me había esmerado, y ahora todo está dañado y muchas cosas ya no son lo que eran, debo limpiar lo sé, pero estoy agotada, es demasiado, las paredes están agrietadas, las ventanas...bueno ya no hay ventanas, por lo menos entra el delicado viento que está anunciando que se aproxima la primavera, los adornos y muebles quedaron inutilizables, me tiré al suelo para descansar un rato y descubrí que ahora tengo un tragaluz un poco rústico, el día está soleado y con blancas y esponjosas nubes blancas que se mueven lenta y suavemente, de repente un ruido molesto interrumpió mi descanso, tocaban la puerta, sin mucho ánimo me dirigí a ver quien venía a reírse de que el terremoto haya afectado sólo a mi pequeño hogar, cuando abrí la puerta, estaba parada ahí una chica no muy alta, pero sus finos rasgos y su blanca piel destacaban su dulce rostro, aunque tenía la apariencia de un niño en plena pubertad, cuando deje de observar los bellos detalles de su rostro me di cuenta de que venía con miles de cosas que parecían ser muebles y grandes malestas, ni siquiera me saludo, me miró al menos 30 segundos y entró con todas sus cosas y se instaló, miro detenidamente la casa para encontrar algún espacio para ella y todas sus cosas pero todo es ta tan sucio y roto, espero poder ordenar y limpiar mi casita.

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