miércoles, 9 de febrero de 2011
Pequeñas dichas.
Fueron solo unos minutos los que lograron que mi alma y mi mente se sintieran en armonía, unos minutos donde las nubes se volvieron grises, corrieron más rápido y lloraron desconsoladamente, la verdad me avergüenzo al confesar que su llanto me hizo sentir dichosa y lo que me hacía sentir más avergonzada es que todos corrían a esconderse de aquellas gotas lanzadas con furia, produciendo sentimientos melancólicos en la gran mayoría pero yo no corría, observaba muy atentamente aquel panorama y si, sentí alegría, lo siento queridas nubes, no es que me guste verlas sufrir pero... su llanto me produce tranquilidad y vuelve mi corazón optimista, me gustaría darles al menos un razón lógica pero lamentablemente dentro de mi consiente no se encuentra, solo es agradable, nada más, sin explicaciones ni razones, solo me hace sentir con ganas de saltar bajo sus lágrimas y gritar de felicidad, es un poco extraño que un cambio de clima me haga más feliz que encontrar una solución a mis obstáculos pero bueno solo duró unos minutos, ahora dejaron de llorar, probablemente su motivo no era tan grande y volverán a ser blancas y esponjosas y dejar que el sol me vuelva a irritar con su resplandeciente presencia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario